La historia de la cerámica en Berlín cuenta con un rico pasado que se remonta al siglo XVIII. Federico el Grande desempeñó un papel decisivo al fundar en 1763 la Real Fábrica de Porcelana (por sus siglas en alemán, KPM-Königliche Porzellan-Manufaktur). Ya desde el principio KPM fabricó exquisita porcelana de la más alta calidad, por lo que pronto se granjeó el reconocimiento internacional. Su clásica porcelana azul y blanca con emblemas reales y muy ornamentada se convirtió en un codiciado distintivo en las casas reales europeas. La cultura cerámica de Berlín siguió prosperando en los siglos XIX y XX, viendo florecer numerosos talleres de cerámica tanto privados como comerciales, así como una gran afluencia de abastecedores para todo el proceso de producción de dicha cerámica. Esta diversidad se reflejó no solo en la porcelana de alta calidad, sino también en una gran abundancia de otros productos cerámicos como la alfarería, las esculturas ornamentales y las baldosas decorativas. Por último, pero no por ello menos importante, durante la República de Weimar la industria cerámica berlinesa se vio caracterizada también por el influyente movimiento de la Bauhaus.
Sin embargo, el repunte de la industria pesada a nivel mundial a finales del siglo XIX resultó decisivo para el sector berlinés de la construcción de hornos, en particular las siderurgias, las vidrierías e industrias de alta temperatura de todo tipo. La necesidad de los hornos de fundición con resistencia al desgaste y aislamiento a las altas temperaturas allanó el camino al mercado de los hornos continuos y para la producción en masa de cerámica refractaria a la escala actual. Sin embargo, ya entonces el consumo de energía desempeñaba un papel fundamental, caracterizado por la limitada disponibilidad de combustibles fósiles.
Lo que nos mueve hoy es un principio muy antiguo, y los hornos industriales actuales solo consumen entre un 20 % y un 30 % en comparación con los comienzos hace más de 100 años.
El famoso canal de arena del horno de túnel, un invento berlinés sencillo e insuperablemente ingenioso, hoy en día sigue utilizándose como hace 100 años.
Berlín: la ciudad con estilo propio, punto de encuentro entre Oriente y Occidente, metrópolis cultural, siempre en el mismo centro de la historia, las vanguardias y el progreso de Europa.
La cerámica forma parte de la fama de la ciudad desde hace generaciones, y las nuevas ideas que surgen de la investigación y la práctica en Berlín se difunden por todo el mundo. Los hornos industriales para la industria cerámica han contribuido a afianzar y forjar de forma decisiva esta tradición.
Los conocimientos técnicos «clásicos» de la construcción de hornos y la integración segura de las innovaciones y tecnologías actuales constituyen, por tanto, la combinación perfecta para unos sistemas de hornos industriales modernos y fiables.
LA TECNOLOGÍA DE LOS HORNOS DEL FUTURO, HOY